por Roberto A. Lamelo
Si un equipo de
fútbol ha generado en mi siempre arranques
de dolor y alegría ese es México. Juegan con una garra y un amor por su
camiseta que hay que decirlo así: le ronca los t…ambores. Para nadie es un secreto que su fútbol es más
bombo y platillo que calidad si lo comparamos con el de otros países. Para
nadie es un secreto que casi el 100% de los jugadores que integran sus
Selecciones juegan en el fútbol nacional. México ha tenido sí, a Hugo Sanchez,
a Luis Hernández, a Rafa Márquez, a C. Blanco… pero los ha tenido casi siempre
aislados. Pocas veces México ha podido juntar en la cancha a dos extra clases y
su prensa, amarillista, es una pena, le ha hecho siempre creer al pueblo
mexicano que su equipo es uno de los mejores del mundo. Lo bueno de esto, es que es un arma de doble
filo. Si el pueblo se lo cree, también
se lo creen sus jugadores, y cada vez que saltan a la cancha saltan como
verdaderos leones. Quizás el hecho de jugar siempre en México, con el beneficio de la altura les ayude… no
lo dudo. Todos los partidos de México en los mundiales son trepidantes de
principio a fin, incluso, sus segundos tiempos parecen ser primeros. Tal es el ritmo y el amor que le ponen los
mexicanos al fútbol.
Gracias a ello,
suplen su desnivel y su ingenuidad… gracias a ella casi siempre han caído, pero
México nunca ha salido a empatar un partido, y la neta, la verdad, es que casi
siempre han caído por la mínima, tras un error infantil, o porque un árbitro
los ha perjudicado a favor de un poderoso.
México en los
mundiales, no le ha temido ni a Alemania, ni a Francia, ni a Holanda, si me
guio por el recuerdo de los tres últimos partidos que recuerdo de los aztecas.
Alemania sufrió en aquellos octavos del 98, cuando tras un gol del matador Luis
Hernández, los teutones tuvieron que
descontar, venir de abajo, empatar gracias a una pelota que se le coló entre
las piernas al defensor Lara y ganar
luego por un cabezazo de Bierhoff.
Holanda, ganaba 2
a 1 en ese mismo mundial en su partido ante México en la clasificatoria y
Bélgica derrotaba a Corea. México estaba fuera,… se notaba herido, regresar
temprano a casa es la mayor de las ofensas a un pueblo de tantos millones de
habitantes. Pasado el minuto 65, los increíbles mexicanos acorralaron y de qué
manera a los tulipanes, pero el gol no caía. Corea sorprendía en París a los
belgas y se clasificaba México automáticamente, pero los jugadores dentro de la cancha no lo
sabían y empujaban y empujaban hasta que
en el último minuto, Luis Hernández, con un gol de leyenda y con un tobillo
inflamado empataba y los clasificaba por sus propios méritos a la siguiente
fase.
Del partido vs
Francia, en el 2012 pudiera argumentarse un fuera de lugar por medio cuerpo del
Chicharito Hernández, o de un penal cometido por Abidal, que más bien fue un
piscinazo de uno de los delanteros mexicano, pero la verdad es que México nunca
le había ganado a Francia, y eso pesa, pesa mucho, sobre todo en los botines de
un juvenil como el Chicharito que se tomó la molestia de driblear a un portero
y todo, ante 50 mil espectadores.
México lleva
dentro esa alma latina, esa fuerza corta de talentos natos , pero pletórica de rebeldía.
Esa sangre caliente que nos caracteriza. Ese decir SI SE PUEDE de siempre.
México podrá siempre salir a la cancha con la etiqueta de ser el posible
perdedor, pero una vez dentro, ojo… un quetzal levanta su vuelo, una ruina maya
crece súbito desde la grama. Un Popocatepetl revienta, estalla… México, no es
solo México. México cuando juega al fútbol es toda America… ante cualquier Goliath.
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