martes, 1 de enero de 2013

YO QUIERO QUERERTE POETA


a Ney Sandó Castillo. Amante empedernido del fútbol.

¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?   Poesía... eres tú.
                                                                                                    Gustavo Adolfo Becquer.

Hoy he vuelto a leerte mi querido amigo. Ayer también lo hice. Disfruté como algunos tu reportaje, único quizás, como barco extraviado en el Mar Egeo que conduce a Ulises de regreso a Itaca; como la manzana de Newton, nunca expuesta en tarimas del Mercado Agropecuario. Como bálsamo – también único – para escolares desangrados en potreros de fútbol, que buscan ver su nombre en heraldos de tinta y papel para mostrárselo a los amiguitos del barrio… <mira, aquí dice que anoté un gol> Vano esfuerzo de tu parte. Hoy. No creo. ¿Y mañana?

Muchas veces te he pedido que no disminuyas tus fuerzas. Siempre he deseado que tu prosa vaya libre, audaz, pretenciosa dentro del mundillo futbolístico. No importan las categorías. Tu deseo es estar ahí. Cubriendo, con la inmediatez con que “bajas tu petaca” una noticia que sabes casi ningún emplantillado se digna a publicar. Tu voluntad es perecedera y angustiosa, pero reconfortante. Al menos para ti, o para mí, o para Mario, o para muchos que con honor y amor, escudriñamos  tras cartas de Tarot, bolas de cristal o Babalawo amigo del barrio – segundo piso – un futuro para nuestro fútbol. Siempre he confiado en que tu amor por el más universal de los deportes puede más que cuatro tontos que quieran desanimarte. Esta es la hora. Pienso. No puedo concluir en una certeza. Sería engañarte. Traicionaría la amistad que te profeso.

Hoy he vuelto a leerte. Provocado, quizás, nunca afrentado. Te conozco. Te quiero y no admito tu lenguaje suave. No me gusta. Acaso puedes pensar que soy irreverente, engreído o potenciado y sin embargo te quiero. Te quiero cuando escribes lo que nadie escribe. Cuando sigues la noticia que nadie busca. Cuando no escatimas horarios para impartir tus modestos conocimientos sobre fútbol a todo el que lo necesita. Cuando te paras en las gradas del Luis Pérez Lozano y gritas desde lejos como si te oyeran. Te quiero también cuando me contradices. Cuando me acusas de acusar sin pruebas. Cuando juzgas lo inmediato, cuando no buscas la materia que está debajo de la yerba a la orilla del árbol. Así eres. Así te respetamos. Así te queremos. Así deberían quererte quienes se olvidan que existes, quienes no te reconocen, quienes no alaban tu esfuerzo o quienes piensan “por ahí anda El Ney, que se las arregle como pueda” pero tu verbo sacude el hombro de los árbitros, quizás con delicadeza, pero los toca en su fibra.

Comparto tu modo de quedarte en la rama, mejor dicho, de tener que quedarte en la rama, y mientras te leo, mientras te busco entre tantas opiniones, mientras pienso que debes ser tú el que esté ahí dirigiendo la orquesta, creo – y quisiera a veces estar equivocado - que tu voz autorizada y desinteresada choca, demasiado, contra quienes no viven por el Fútbol y lo esquilman. Pienso que tu palabra, aterciopelada y sencilla, resbala en las corazas de quienes hace siglos se armaron toledanos, dirigen escuadrones y organizan cada año cruzadas por el Caribe con escalas en Europa, para aquilatar, engrasar y precisar cronométricamente sus relojes. No puedo pensar diferente. Lo siento. Tengo la realidad de mi lado.

Hemos estado en las buenas y en las malas. En gradas de cemento y de tabla. A veces de pie, entre bullicios de congas partidarias. Sí, allí donde nunca van los otros, los vivos, los apoltronados. Hemos estado bajo el Sol, sobre techos de banquillos disfrutando un buen ron de 19 pesos. Hemos visto nacer a cierta parte del fútbol de nuestro Cienfuegos. Hemos disfrutado sus aciertos y sus traiciones. Nos quedamos con las ganas de dejar a un lado el ron y lanzarnos contra la fría en el 82’. Hemos hablado con los Pérez Espinosa, con el Carra, con David, con el Máximo. Nos reíamos de la anécdota de J.C Llorente y el día que Alexis Lalas le quiso cambiar la única camiseta que el negro llevó de viaje. La que tenía que lavar para devolverla y ser guardada para el próximo año. Hemos discutido y opinado con Panchy. Hemos hojeado una y otra vez tu libreta azul. Hemos repasado el 0 – 1 ante México y cuestionado si es o no es el mejor resultado del Fútbol Cubano por encima del empate con Polonia en el 76.

Hablábamos a menudo de “clonar” a Massó o a Julio Modesto. Le gritábamos mono a Griñán. Aplaudíamos las virtudes de Pereira y Regino Delgado, líderes indiscutibles de la tropa del Villa Clara… nos cagábamos en sus madres. Admirábamos los cojones de Bermúdez y todo aquel mundo nos parecía – y aun parece – chiquito. Cuando aquello en la Selección de Francia solo había “tres negritos” Hoy es a la inversa. ¿Acaso alguien se atreve a poner en tela de juicio tu pasión (por) y conocimiento sobre Fútbol? ¿Acaso piensan que eres solo un recién llegado a la tribuna? No. Todos deben saber que tú amor por el fútbol trasciende los límites del Escambray y la bahía cienfueguera, y hoy cuando te leo, ahí, así, como quien sabe lo que dice, como quien quiere expresar algo más y no puede, es que me entra la rabia inmensa de no poder contar con tu presencia a mi lado. Me lamento de no tenerte, me lamento que por allá te pierdan, que no les intereses. Que sigas ahí, batallando tú y tu prosa “yolandiana” contra invertebrados y cortos de vista, rubricantes de la prensa plana o radial; buscando un resquicio, a  veces mínimo, una promesa falsa, incierta, una voz que te estime y reverencie no me molesta en lo absoluto; al contrario.

No es falso que te aprecio. Y por eso te apoyo y si a tu palabra le falta el filo, yo se lo pongo. Si tu verbo se enrarece y malconjuga yo te lo rectifico. Nuestro deseo – y estoy seguro que el de Mario también - debe estar por encima de toda esa candonga y pensando siempre en Morumbí. Habrá muchos que no nos quieran. Habrá muchos que por estar en mejor silla ocuparán el trono. Esos, los esquiladores de ovejitas, los que quieren seguir chupando de la teta suiza, algún día cargarán su culpa ante el no sé si existente o no Todopoderoso.  Mientras, te prefiero ahí en la primera fila. Delante de la vanguardia. Cuando haya que entonar “El Fígaro”, no quiero que te tiemble la mano ante el bigote. Te quiero a mi lado, con tu verso parsimonioso y bullanguero reposado en el último sorbo a tu vasito plástico, adobado con las mieles de la sinfonía saliente de los timbales, los sartenes y los tambores de Reina. No me preguntes porqué. Algún día, no muy lejano, todos sentirán respeto por tu nombre.

1 comentario:

  1. Todavia estamos esperando la participacion de los que estan 'ALLA DENTRO" ...

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