El idioma español y dentro de este, el que hablamos en Cuba se caracteriza por la riqueza de frases originadas ya sea de la mitología grecolatina y el folklore: español y africano, componentes de nuestra nacionalidad, además de la historia universal y de ese humorismo que caracteriza a nuestro anecdotario popular.Por ejemplo se ha preguntado usted alguna vez ¿Cómo murió Cafunga? Pues precisamente la frase “Morir como Cafunga” es muy popular entre los cubanos desde hace muchísimos años atrás.
En algún libro leí que Cafunga era un esclavo liberto que vivía en la zona de Cienfuegos, específicamente en Cruces, y se a cortar palmiche. El palmiche, como muchos saben, es el fruto de la palma y es un excelente alimento para los cerdos, dándole a su carne un sabor muy agradable.
Pues bien, Cafunga cortaba palmiche. Escalaba las altas palmas machete en mano y auxiliado de una cuerda o soga, bajaba los racimos hasta el suelo para evitar que se dañaran con la caída. Pero he aquí que cierto día en que Cafunga realizaba su habitual y peligrosa faena, perdió el equilibrio y se precipitó al vacío muriendo inmediatamente por el impacto.
Por esa razón los cienfuegueros solían decir en tono admonitorio "vas a morir como Cafunga", cuando alguien corría el riesgo de perecer aplastado física o moralmente.
“¡Murió como Cafunga!”, constituye una exclamación escuchadísima en Cuba cuando alguien termina en un desenlace fulminante.
Pero en realidad, .... ¿era cienfueguero? ¿Quién es ese personaje que, desde hace muchas décadas, encontramos en boca de nuestros coterráneos? Los datos los proporciona Don Fernando Ortiz, sólo aclarando su carácter anónimo, sin especificar fuente alguna.
Según Don Fernando Ortiz, ese gran estudioso de nuestras raíces cubanas, existen al menos dos versiones del origen de esta frase: la primera, es que la voz Cafunga viene por alteración del vocablo Kakanfó, título conferido al guerrero Lucumí cuyo valor lo convertían en héroe de su pueblo por tanto en una figura admirada dentro del folklore afrocubano.
La otra versión cuenta que un moreno desmochador de palmiche en la zona de Santi Spiritus, quien tenía como sobrenombre Cafunga, un día al no ajustarse bien las trepaderas que lo aseguraban, cayó estrepitosamente desde lo alto de una palma real (árbol nacional de Cuba).
Ya sea por cualquiera de las dos versiones lo cierto es que la frase “Morir como Cafunga” ha sobrevivido por más de un siglo en el argot popular del cubano y es mencionada cuando nos referimos a alguien que muere en un acto altamente arriesgado.
Pues dígase que Cafunga, hombre humilde, jamás sospechó que sería eternizado en la posteridad. Fue alrededor de 1850 cuando, un mal día, frente a la finca El Espino, en Alicante, término municipal de Sancti Spiritus, estaba Cafunga ejerciendo su alta magistratura, pues altitud era lo que se sobraba en su desempeño. Tras desmochar varias palmas, subió a una de las que nombramos reales. Muy para su desventura, se reventó un anillo de los que sujetan los muslos en las llamadas trepaderas. Desde lo alto, Cafunga cayó de cabeza sobre el suelo. El cadáver fue trasladado a la ciudad de Sancti Spiritus, en cuyo cementerio recibió sepultura, una vez ejecutada la autopsia.
De todas maneras, cada vez que un cubano observa que alguien concluye de modo tremendamente adverso, suele seguir profiriendo: “¡Murió como Cafunga!”.
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