martes, 30 de abril de 2013

Pyongyang, un paseo por la ciudad más hermética del mundo.

pioEste libro tiene la agudeza de las historias bien contadas. De esas que conquistan al lector sin artificios pero que calan hondo y se quedan para siempre en su interior. Pyongnag(Astiberri) explica los pormenores de una de las ciudades más herméticas del mundo, la capital de Corea del Norte, pero lo cuenta sin abrumar con datos geopolíticos ni pesados antecedentes históricos. Y sin embargo, es de esta manera, tan franca, tan directa y tan llana como el libro se convierte también en un soberbio reportaje sobre el hermético régimen comunista.
Guy Delisle (Quebec, 1966) estuvo dos meses en Pyongyang trabajando para unos estudios de animación. Antes de cruzar la frontera tuvo que dejar su teléfono móvil (prohibido, como tantas otras cosas según le informaron antes del viaje) pero introdujo en el país algo mucho más peligroso: su atenta mirada y su lápiz para tomar notas de cuanto veía. A la vuelta, explicó su día a día de la forma que mejor sabe: encadenando una viñeta tras otra. El resultado es un libro de crónicas agudo, por momentos irónico, y siempre diáfano cuando retrata este país del que tan pocos datos nos llegan.
El primer acierto de Delisle en Pyongnag está en su elegante forma de narrar y en su envidiable capacidad para sumergirnos en la historia. Poco importa que el lector del libro no conozca los detalles de Corea del Norte, Delisle irá desgranado las informaciones con sabiduría, poco a poco, acumulando pequeños detalles hasta que cada uno de nosotros nos hayamos podido formar nuestra imagen del régimen, de sus dirigentes y de su peculiar manera de vivir en medio de un férreo aislamiento que tiene muchas dosis de paranoia.
El protagonista de Pyongyang es una especie de alter ego de su creador, pero esta decisión no tiene nada de exhibicionista. En su reciente visita al Salón del Cómic de Barcelona, Delisle, explicó que ese personaje es un recurso que utiliza para agarrar al lector de su mano y conducirlo a su antojo por el relato. Y eso genera una complicidad y una empatía que es parte esencial del encanto que genera el libro.
Ese protagonista sabe tan poco del lugar que visita como nosotros, los lectores. Él nos descubrirá el país a medida que lo va conociendo: hoteles gigantescos pero casi vacíos y sin iluminación, líneas de metro que sirven de refugio nuclear, peatones que caminan marcha atrás, carreteras que no llevan a ninguna parte (o casi) y un constante, medito y meticuloso culto a Kim Il Sung (fundador del estado norcoreano) y a su hijo Kim Jong-Il (fallecido en diciembre de 2011 y sustituido por Kim Jong-un).
El universo que retrata Pyongyang se nos antoja tan desconocido como contrario a toda lógica. Absurdo; casi de pesadilla. Su monumentalidad es de una grandeza hueca que más parece destinada a ocultar lo que incomoda al régimen que a exhibir algún tipo de grandeza. Sus habitantes parecen tan ajenos a lo que les rodea como ajenos a sus propias vidas.
Cómic, cine y Google Maps
La inestabilidad política de la península coreana, cuyo conflicto entre las dos Coreas se remonta a 1945, sigue ocupando la actualidad informativa. Eso ha hecho que la novela gráfica de Delisle no haya perdido vigencia pero su difusión será todavía mayor si se materializa el film de Gore Verbinski (EEUU, 1964), director de éxitos como Piratas del Caribe, The Ring o la película de animación Rango.
Lo que ya es una realidad es que esta misma semana, Google Maps ha incorporado, por fin, la cartografía de Corea del Norte a su potente herramienta de mapas. Uno hueco muy llamativo (aunque no el único) y que por fin ha quedado cubierto.

1 comentario:

  1. Para que grandes avenidas, si no transitan autos, para que grandes hoteles sin turismo internacional o nacional, para que trenes y metros para transportar zombies,que incentivo a la vida de los norcoreanos sin libertad ni poder de expresion, lastima de pais/

    ResponderEliminar