jueves, 20 de junio de 2013

El papá de Pepito… con permiso de mi colega y amigo Alexis Pire

Por Boris L. García Cuartero
Intenté comentar en tu página, pero me fue imposible, mi conexión hoy está infernal… y es de las “buenas”. Yo conozco al papá de Pepito, a los papás de unos cuantos Pepitos, pudiera ser yo mismo el papá de Pepito.

Pobre Pepito, ojalá no perezca en la lucha por sus ideas, cuando choque con los papás de algunos amigos. Pero mayor pobreza es la de aquellos que se quedaron en su generación y no han evolucionado, porque no quieren, porque no pueden, porque no les conviene…o porque la mentalidad no soporta tener ideas propias y aún esperan porque alguien les diga qué decir, qué hacer, cómo comportarse, so pena de faltar a todo aquello a lo que fuimos dóciles los papás de Pepito…

A los progenitores del joven de tu cuento nos dijeron qué debíamos leer, nos enseñaron cómo expresarnos y hasta nos asustaron con aquello del diversionismo ideológico –por cierto, la palabra no la reconoce ni el idioma de la computadora, pues la subraya en rojo, fíjate en rojo, el color que también nos enseñaron a amar por encima de todas las cosas, cual mandamiento cristiano, ¡qué digo!, si también Dios era cosa del demonio y creyentes de cualquier religión tuvieron que esconder sus creencias a la espera de tiempos mejores.

Y esos preceptos de no discutir, no disentir, no orinar contra el ventilador, no opinar, se hicieron tan fuertes, que todavía algunos cincuentones prefieren ver el agua correr y si la bola no les toca, pues que pase a su lado… es verdad que a estas alturas buscarse un problema es del carajo, porque otros padres de Pepitos están dispuestos a mantener su estatus, dígase lo que se diga, incluso, aunque las palabras vengan del Presidente cubano…

Retomo uno de tus párrafos: Así ocurre con las diferencias entre generaciones y cada una tiene sus vivencias, añoranzas, ideales… Pepito con frecuencia recuerda los consejos de Alfredo Guevara: “Nunca jamás recomendaré a nadie prudencia. Recomiendo que combatan. Recomiendo que se expresen, que luchen, que acepten correr riesgos”. De esa manera, Pepito aspira a ser consecuente con su formación y  las condiciones de joven, aunque algunos, carentes de luz larga, lo tildarán de protestón.

Pero resulta amigo mio que ninguno de los de mi generación hemos llegado hasta donde llegó nuestro Alfredo Guevara y aunque muy dentro de nuestros corazones coincidamos en ideas y amor por la Patria, ¿cómo decir lo que dijo Guevara…? Te linchan otros padres de otros Pepitos, que estarán ahí, por mucho tiempo, jodiéndole la vida a los Pepitos de tu cuento y algunos muchachones –cansados quizás de luchar- tomarán el mismo camino de muchos de mi generación, aunque su dependencia racional y humana con Cuba jamás pueda quitárselas nadie.

En lo que a este papá de Pepito respecta, la prudencia es casi que una asignatura pendiente, aunque no me creas un timorato, también me callo, me trago y me recomo los hígados, cuando veo que es imposible luchar contra ciertos comportamientos, que nada ayudan, pero amigo mio, te repito a estas alturas del campeonato… mira, mejor le dejo esa encomienda a Pepito…

Te reconozco en cualquier Pepito, de los que andan por ahí, con la cubanía por delante en busca de soluciones, de remover a los indecisos y hasta de hacer explotar a los hipócritas y oportunistas; quisiera para ti un mejor destino, que cuando llegues a ser padre, tengas contradicciones con tu hijo, pero ojalá no tengas que pedirle prudencia, abrirle la cabeza para introducir ideas, modos, comportamientos…
Y que conste, la gran mayoría de los papás de Pepito –los humildes, los de a pie, los que no toman decisiones, incluso los que no tienen ni voz ni voto, quizás porque se han autocensurado- seguimos soñando con un futuro de bienestar y prosperidad, porque sí nos enseñaron a amar a Cuba por encima de todas las cosas.

nota: el artículo que dio origen a esta texto-respuesta, se encuentra en el blog personal del periodista cienfueguero Alexis Pire http://aledetrasdelcristal.blogspot.com/2013/06/pepito-y-el-papa-de-pepito.html

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