El ingenioso Isidro.

por Boris Luis García Cuartero

A Isidro Santos Hernández le conocí casi que por casualidad. Me llamó la atención la planta fregadora en la Base de Ómnibus Urbanos de Cienfuegos, pues la única referencia anterior que tenía era en películas o telenovelas –extranjeras, claro está y espero me comprenda.

La planta en cuestión tiene las escobillas “cómicas”, de varios colores…y enseguida pregunté si funcionaba; de pronto apareció el hombre que la echó a andar luego de cuatro años en desuso, un tipo común, que apenas pudo darme muchas explicaciones técnicas, solo que ya funcionaba y punto, faltaba demostrármelo, por eso me comprometí a realizar una nueva visita.

Me contó Isidro que el ingenio tecnológico es de procedencia española, pero que de ibérica solo le queda la marca, porque un buen día la desarmó, cortó cables por aquí y por allá –con plano mediante-, pensó un poquito… y en apenas cuatro días la vio sacudirse y sacudir toda la suciedad a las guaguas de Cienfuegos, que dice, son las más limpias del país –si alguien lo duda, está invitado a subirse al techo de cualquier ómnibus.

Trataré de ampliar un poco las explicaciones. La parte electrónica de la máquina dejó de funcionar, era totalmente automática, es decir, primero los sensores “medían” las dimensiones de la guagua, las memorizaba y ajustaba los cepillos para la limpieza del carro; es cierto que ahora es mecánica, pero cada tarde noche, Isidro repite su rutina: aprieta unos cuantos botones, el agua se dispara y las grandes brochas hacen el trabajo que antes debía hacerse manguera en mano.

Y como todo hay que calcularlo, Isidro gastó 42.50 pesos, los días de salario; mientras el país se ahorró unos 50 mil dólares, al no tener que volver al mercado a buscar piezas y componentes. Ahora Isidro se irá hasta Matanzas y La Habana, donde repetirá la experiencia de desarmar y armar en similares plantas, que esperan por este ingenioso cienfueguero para romper la inercia.