lunes, 12 de agosto de 2013

14=66. La Historia de Yasiel Puig.



 por Roberto A. Lamelo

Dicen las leyes matemáticas que esto es imposible y lo es, en parte, si nos guiáramos solo por la más absoluta de las ciencias, pero yo creo que sí, que 14 es igual a 66. 

Los grandes matemáticos dirían que estoy loco. Ramona, Robertico el Mocho y el otro Robertico, Gema, y algún otro profesor de la materia en mi época de estudios secundarios y de preuniversitario se asombrarían de lo que he dicho. Incluso Renato Espinosa, mi gran amigo Renato, “El Niche”, diría que se me cruzó un cable, a pesar que él, un día, delante de 300 estudiantes, en la plaza de la Unidad 4, hizo alardes de sus excelentes conocimientos de la materia y justificando su presencia en el Equipo Cuba que iría a las Olimpiadas de Matemáticas, intentó demostrarnos algo parecido. Por suerte no lo llevaron a la Olimpiada. La gente decía que no lo llevaron porque era como el hijo de Soruyo. 

 Extraña paradoja… 14 igual a 66. 

Si eso fuera cierto, entonces 66 sería igual a 14 y… aquí sí que estoy convencido: 66 no es igual a 14. No lo es, ni podrá serlo. 

No podrá serlo, porque sin dudas ahora Puig es mucho mejor pelotero que aquel muchacho que disfrutamos todos por su explosividad, agresividad, deseos de comerse la bola, de batear siempre de hit, de intentar alcanzar una base más en el cuartel de los Elefantes: El Cinco de Septiembre.  Sin dudas su bateo es absolutamente mejor. Sigue confrontando problemas con el rompimiento. Lógico en quien apenas tiene 22 años, más lógico aún en quien hasta hace poco solo conocía de algunos que tiraban algo medianamente parecido a lo que tiran los pitchers que ahora enfrenta.  Este 66 no se parece en nada al 14 que yo conocí.

Este 66 está rompiendo e igualando casi todos los récords de la MLB. Sólo el gran Joe di Maggio es quien le ha hecho la sombra, pero ahí está él, oriundo de Palmira, un pueblito situado a las afueras de Cienfuegos,  bateando cuanto quiere, fildeando cuanto puede – y lo que no – y friendo en las bases a atrevidos contrarios que han desafiado el poder de su brazo.  No, 66 no es igual a 14.

A pesar de su brazo, a pesar de su bateo, a pesar de su corrido en las bases, este 66 no es igual al 14 que yo conocí. 

Ni siquiera tengo que hablar del salario. No hace falta. Ahí la diferencia entre ambos números se hace más abismal.

Donde sí  14 es igual a 66, es cuando veo la misma cara, casi los mismos gestos, la misma alegría, la misma cubanía, o incluso la cienfuegueridad, en su cara. Ahí sí que 14 se me asemeja al otro número, cuando descubro en el muro del Facebook de una amiga mía una frase de este 66 que no parece propia de quien, del otro lado, y con tanta plata en el bolsillo, lógicamente se hubiera dedicado a tomarse la famosa bebida para olvidar viejos recuerdos. Catorce no se parece, ni remotamente al 66 que muchos quisieran ser. Algunos, con mucho menos.

Porque sigue siendo el mismo, porque si antes era admirado por 400 mil personas, ahora lo admiran casi 4 millones más – si me circunscribo sólo a las estadísticas demográficas de una ciudad –; casi 4 millones que han sido tomados por sorpresa, pero que al igual que yo, han delirado en más de una ocasión ante sus jugadas en los filis o con el bate en la mano.

Si algún récord le falta a Yasiel Puig, para demostrarme que 14 es igual a 66, será partir al medio la fanaticada de los Marlins este 19, 20, 21 y 22 de agosto, cuando su equipo, Los Dodgers, enfrenten al maltrecho equipo de esta ciudad, Miami, porque estoy seguro que  cada vez que Puig venga al bate, los aplausos de una ciudad entera, repleta de cubanos,  retumbarán en todo el estadio, y si alguien, desde Cuba, con un radiecito sigue la trasmisión de La Cubanísima, gritará de júbilo también cuando el nuestro se pare en el cajón de bateo. 

Incluso, los que allá, ante micrófonos y cámaras apenas pueden mencionar esta cifra – 66 – y a duras penas, cuando hablan de los resultados de los Elefantes de Cienfuegos en las campañas precedentes, logran pasarse de fichas con la otra – el 14 – podrán sentirse contentos que un cubano,  con apenas 22 años, haya hecho trizas la más simple de las leyes de la Matemática .  Al menos eso… quizás, aunque no puedan ni siquiera pensarlo.

No me quedan dudas,… 14 es igual a 66, del mismo modo en que 66 ya no es, ni será, gracias a Dios, igual a 14.

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