por Roberto A. Lamelo
Amilkar se cansó. Así me dijo, antier, desde el otro lado de la línea y yo sin poder verle la cara le contesté: “ Si Miky, es verdad… a veces aburre, pero…” y este pero vino, como viene casi siempre, a solventar mi ridícula insistencia por “mear contra el ventilador” Y si callo? Si no digo? Si claudico?
Amilkar se cansó. Así me dijo, antier, desde el otro lado de la línea y yo sin poder verle la cara le contesté: “ Si Miky, es verdad… a veces aburre, pero…” y este pero vino, como viene casi siempre, a solventar mi ridícula insistencia por “mear contra el ventilador” Y si callo? Si no digo? Si claudico?
“A quien le importa…” me diría sin dudas Ernesto y yo para evitar “discutir” contra una de las personas más testarudas que conozco me inventaré una excusa, o alguna chica pasará por delante de nosotros y le vacilaremos sus glúteos como escapada ante la encrucijada que no te lleva a ninguna parte. Ernesto es un tipo radical, de muy buenos sentimientos, me cae bien porque es sincero y eso yo lo respeto muchísimo, aunque es testarudo como una cabra.
Pero su testadurez es distinta de la testadurez de quienes
deberían acabar de ubicarse en tiempo y espacio.
Hace unos meses atrás conversaba con un gran amigo de la infancia.
Amante del fútbol, seguidor incondicional del Cienfuegos, del Cuba y del buen fútbol.
Soñador…
El – no diré su nombre – forma parte de esa generación “equivocada”
que nunca supo rebelarse o desvelarse del gran sueño que significó ser, o
considerarnos, como diría Jovanotti, “ el ombligo del mundo”
El, me dice, sueña con todo un enjambre de buenas actitudes en personas cuya única virtud consiste, creo yo, en fingir que hacen lo correcto. O que pueden hacerlo. Esa parte de su sueño, en que TODAS las Empresas del país pudieran contribuir al desarrollo del fútbol en Cuba, erogando una parte de sus ingresos, o – en el caso de las Empresas de la Construcción - destinando una parte de su flotas y recursos, a reparar o mantener las instalaciones deportivas en perfecto estado, me suena – y bastante – a un sueño irrealizable, pero yo, aunque pudiera ser testarudo en mi planteamiento y mi defensa, nunca le he dicho que abandone ese barco, al contrario, le he dado ánimos. El, me asegura que el experimento pudiera ampliarse a todos los demás deportes. Y no digo que sea irrealizable objetivamente. Digo que es irrealizable bajo las circunstancias subjetivas de las individualidades. O como diria Ernesto: “nadie esta pa’ eso”
El, me dice, sueña con todo un enjambre de buenas actitudes en personas cuya única virtud consiste, creo yo, en fingir que hacen lo correcto. O que pueden hacerlo. Esa parte de su sueño, en que TODAS las Empresas del país pudieran contribuir al desarrollo del fútbol en Cuba, erogando una parte de sus ingresos, o – en el caso de las Empresas de la Construcción - destinando una parte de su flotas y recursos, a reparar o mantener las instalaciones deportivas en perfecto estado, me suena – y bastante – a un sueño irrealizable, pero yo, aunque pudiera ser testarudo en mi planteamiento y mi defensa, nunca le he dicho que abandone ese barco, al contrario, le he dado ánimos. El, me asegura que el experimento pudiera ampliarse a todos los demás deportes. Y no digo que sea irrealizable objetivamente. Digo que es irrealizable bajo las circunstancias subjetivas de las individualidades. O como diria Ernesto: “nadie esta pa’ eso”
Según él, ya este tramo de la carrera está perdido, o
sea, al menos en el fútbol, lo que importa ahora es insertar a los futbolistas
cubanos en las ligas del área, crecer, crecer,… porque los actuales que están
dentro poco pueden hacer, y de los actuales que están fuera, los que “traicionaron” él no los quiere, y darle espacio a los que están fuera, pero “no traicionaron”
es quitarles un puesto a los que están dentro.
Es un amigo,… aclaro, pero esa manera suya de
desmembrar la patria entre los que están fuera y los que están dentro, me
suena, ante todo, ajena a todo pensamiento martiano. Esa forma suya de dividir “el
concepto de la cubanía” me parece retrógrado e improcedente. Incluso malvado,
porque los que “traicionaron”, a mi juicio, no eran seres de otros planetas
cercanos a nuestra galaxia; eran seres como él, como yo, como Ernesto y Amilkar,
que un día decidieron por su propia voluntad, no seguirse traicionando a si
mismo.
Duele, es verdad, lo reconozco, que vayan a competir y
que de pronto salten del barco y lo dejen navegando “casi que a la deriva”
pero, en la vida – le decia yo a él – hay oportunidades que son de toma o deja,
y si hablamos de tomar y dejar, bien poco que tomaron – o han tomado muchos – y
bastante que han dejado unos cuantos.
Yo jamás, creo, comulgaré con esa bandera. Mucho menos
con mi gente.
No naci para jugar deporte, aunque lo practiqué,
muchos, … nací, supongo, que para otras cosas.
Creo que escribir es una de ellas. Quizás no lo haga bien. Quizás muchos se molesten porque lo hago y como lo hago. No crean que no se que al hacerlo, estaré molestando en los oídos de algunos. Incluso si Amilkar se molesta y Ernesto patalea. Ya veré yo luego como me arreglo con ellos. Si se molesta otro, otro de esos que se molesta cuando un marinero salta por la borda – y miren que hay marineros saltando por la borda – no creo sea mi culpa, ni que yo lo diga, ni que ellos salten.
Creo que escribir es una de ellas. Quizás no lo haga bien. Quizás muchos se molesten porque lo hago y como lo hago. No crean que no se que al hacerlo, estaré molestando en los oídos de algunos. Incluso si Amilkar se molesta y Ernesto patalea. Ya veré yo luego como me arreglo con ellos. Si se molesta otro, otro de esos que se molesta cuando un marinero salta por la borda – y miren que hay marineros saltando por la borda – no creo sea mi culpa, ni que yo lo diga, ni que ellos salten.
Seamos claros, yo no soy el responsible de esos saltos,
ni tampoco pienso aburrirme de protestar por la valla, por el muro o por la fortaleza sitiada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario