Sitio Yera
Sitio Yera tiene una
bodega y una bodeguera; una presidenta de CDR de pelo negrísimo hasta la
cintura; un hombre de 62 años; una escuela que tenía un niño; un
policlínico que tenía un médico; un perro sato y medio aburrido, y una
cañada, y una muda.
En Sitio Yera tienen deseos de jugar
dominó, y de chequearse a cada rato la presión arterial para saber
cuándo es muy alta o muy baja, y de no caminar tanto. Porque no puede
ser posible, dicen, que lo único bueno de un pueblo sea que los
televisores no necesiten antena para verse bien y nada más. Hacen falta
otras cosas, periodista. Hace falta, por ejemplo, la cerveza.
Y confiaron en mí.
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Sitio Yera es un sitio extraño. A uno le
parece extraño que a más de cuatrocientos metros sobre el nivel del mar
haya gente que tenga fe en el Periodismo. Es más, la única gente que he
conocido y que aún tiene fe en el Periodismo, se encuentra a más de
cuatrocientos metros sobre el nivel del mar y solo ve el transporte tres
veces por semana.
-¿Tres veces?-Tres veces. Lunes, Jueves y Domingo
-¿Y el resto?
-Tú decides si bajas o no.
-¿Cuánto hay que caminar?
-Hasta Boquerone, que es por donde pasan los carros, son como siete kilómetros
-Y usted se llama…
-Alejandro de León.
-¿Y también se va?
-Claro que me voy. La semana que viene me estoy mudando para Manicaragua.
-¿Y la casa?
-Ahí se queda.
-¿Vacía?
-Vacía. Si aquí ya hay unas cuantas casas vacías. Cojo a mi mudita y me voy.
-¿Mudita?
-Mi mudita, mi esposa muda, que es lo único que me hace feliz.
Yo iba a Sitio Yera en un jeep soviético
que se atrevieron a prestarme y con un joven que se atrevió a manejar y
le dimos el chance a Alejandro. En Sitio Yera no se recibe visitas: el
camino es demasiado malo y demasiado largo, y hay mucha piedra y mucha
montaña para que la gente quiera subir, o para que los carros lo
resistan.
Sitio Yera pertenece al Consejo Popular
La Herradura, que a su vez está en Manicaragua, un municipio del
Escambray de Villa Clara. Y nadie quiere vivir ya en Sitio Yera. Está
muy alto y muy linda la vista, y su gente quiere descansar los ojos y
los pies. Por eso se van, por eso se están yendo. Y porque les duele la
cabeza, y por los problemas de presión, y porque los niños quieren
becarse a los quince y no a los seis, y porque las mujeres quieren
trabajar, y porque, quizás, deseen conocer el teatro. Y dijeron venga
periodista, nosotros le contamos.
Y confiaron en mí.**********
Dice Mirtha Valladares, presidenta del
CDR y de pelo negrísimo hasta la cintura, que Sitio Yera ya no es el
mismo y que antes se vivía feliz. “Pero ya no. Por eso veo bien que la
gente se vaya, y en algún momento yo también me voy a ir como todo el
mundo.” Y comenzó a pasar lista: “allí vive Alina y Ambrosio, y en aquel
apartamento Noelvis y Felipe, y los de los bajo se fueron y la casa
está deshabitada. Aquel otro apartamento también está vacío, y en ese
edificio vive Olipio, que es el más viejo de este pueblo y tiene 62
años. La gente en Sitio Yera es joven, es joven por necesidad, y más
vale no empezar a envejecer aquí arriba, porque no se puede vivir en
Sitio Yera y además ser viejo”. Y así fue contando, y dijo que ya se han
ido 24 personas, y que ahora hay 29, Sitio Yera no es grande, aquí todo
el mundo se conoce, se conoce demasiado, y cada día somos menos. Es
bueno cuando tienes 53 personas para poder hablar, pero da miedo cuando
te das cuenta de que te quedan 29, y de que pronto te quedarán 20 y
luego diez, y que si no te apuras y te vas de la montaña te quedarás
solo y eso sí no puede ser.
Lidia de León es la hermana de Alejandro
y le va faltando poco, su hija la está ayudando, su hija está en Italia
y la está ayudando y se va a comprar su casita en el llano, y le va
faltando poco para completar el dinero. En la escuela de Sitio Yera
llegó a haber hasta seis niños recibiendo clases, pero se fueron yendo,
se fueron mudando con sus padres de casa y de escuela, y allí solo
quedó el hijo de Lidia y el maestro. Lidia no sabe qué pasó con el
maestro, pero a su hijo hubo que becarlo y ella no quería, aún no, su
hijo tiene 12 años. Y dice que eso no es lo peor. Lo peor fue cuando se
le deshidrató el esposo porque la ambulancia no venía, y porque el único
médico que había en Sitio Yera también se fue, y el policlínico está
cerrado, cerrado y vacío, y ahora tienen que tener cuidado y no
enfermarse mucho.
No hay policlínico, no hay escuela, pero
hay una bodega y quieren cerrarla. Según Lidia es por los núcleos,
porque son pocos núcleos y quieren que vaya la gente a Boquerone a
comprar los alimentos, pero la bodeguera se puso fuerte, dice, y todavía
no la han cerrado. “Porque aunque es poco lo que llega, de algo sirve.
Aquí no llega el pollo como a todo el mundo, nos tenemos que conformar
con unas laticas cada tres meses y el picadillo ese que no hay quien se
lo coma. Nadie quiere subir a vender nada, hay que cosechar vianda para
comer porque no hay donde comprarla. Por eso hay que irse, por eso mi
hija me está mandando el dinero de Italia, y me va faltando poco para la
casita. Hay que irse ya de Sitio Yera periodista, o hace falta que esto
salga por algún periódico y se conozca”.
Y confiaron en mí.********
Después de parquear el jeep, ya en la
mismísima punta de la montaña en que está Sitio Yera, Alejandro me dijo
ven, mira el policlínico, y efectivamente, las puertas del policlínico
estaban clausuradas, y las ventanas solo dejaban ver restos de suero y
de algodón, y de alguna receta médica en el piso. Y me dijo esto es
Sitio Yera, esto el policlínico, aquello de allí la escuela, o lo que
era la escuela, y allá los edificios. Y me dejó sola Alejandro, seguro
de que en Sitio Yera es imposible perderse.
Caminé entonces hasta una de las aulas
de la escuela, y había allí tres hombres y una mujer limpiando frijoles,
y me miraron todos, todos a la vez, como diciendo a qué viene esta, a
algo importante viene esta que se atrevió a subir. Y les dije buenas, y
miraron y siguieron escogiendo frijoles, pero luego hablaron mucho.
Reían y hablaban. Hablaban y escogían
frijoles. Sí, chica, aquí hay que luchar la comida dijo uno, aquí en
Sitio Yera ya no se vive, se rabia, dijo otro, y el tercero que sí, que
es verdad, que lo único que puede hacerse en Sitio Yera es rabiar. Y la
mujer no dijo nada. ¿Y quiere saber más?, dijo el primer hombre, aquí no
hay pincha, los machos nos vamos y chapeamos la calle y cogemos algo,
pero las mujeres si no bajan todos esos quilómetros que tú subiste, no
tienen trabajo. Y el segundo agregó que era verdad, que nadie se acuerda
de Sitio Yera, que pidieron una vez que por favor donaran un dominó
para la gente de allí, para plantar la mesa y jugar, para hacer algo
cuando cae la noche, que llega a Sitio Yera primero que a cualquier otro
lugar de Cuba, pero nada, nunca trajeron el dominó. Y el primero
volvió, y dijo que ni la cerveza se conoce ya en Sitio Yera, que toda se
queda en Boquerone, y que hace rato tienen deseos de emborracharse, que
borrachos no la pasarían mal. Y la mujer no dijo nada.
Que los niños no tienen con qué
divertirse un rato, solo una cañada para ir y bañarse; que cuando las
lluvias son muy intensas y el río crece, Sitio Yera permanece muchos
días completamente incomunicado; que a nadie le importa, que qué bueno
que vine, que qué bueno, gracias por interesarte, nos conformamos con un
médico, gracias por venir, después lo otro se va arreglando poco a poco
pero primero hace falta un médico, que la salud es importante. Y la
mujer no dijo nada, y miraba como diciendo mucho, como diciendo a qué
viniste, te vas a ir y todo va a seguir igual, te vas a ir y Sitio Yera
va a seguir igual, te vas a ir como el médico, y como el maestro, y como
casi todo el mundo.
-Se va a publicar, ¿verdad?Eso preguntaban, y pensé que confiaban en mí.
-Usted ponga todo lo que le dijimos, que nada de esto es mentira.
Y yo anotando, y hasta sufriendo.
-Póngalo todo, que si la cosa se arregla no nos vamos, si este es el lugar más lindo que hay para vivir.
Y yo pensando que, definitivamente, la
única gente que he conocido y que aún tiene fe en el Periodismo se
encuentra a más de cuatrocientos metros sobre el nivel del mar.
Y me fui de Sitio Yera, después de un
buen rato, y ellos nunca supieron realmente a lo que iba. Yo iba, creo, a
preguntar sobre teatro, a saber si les gustaba, y si sabían de Teatro
Escambray, y si les agradaba lo que hacía ese grupo, y su opinión, y su
punto de vista, y qué usted cree sobre, y cómo valora tal, y qué
impresión le causó. Pero en Sitio Yera, señores, hay que ver lo que se
pregunta. Uno no puede subir el Escambray y encaramarse en Sitio Yera,
donde hay poco calor y la noche viene rápida, a preguntar cualquier
cosa. Si es periodista y no va a ayudar, si es periodista y no va a
hacer nada, nunca suba, porque la gente en Sitio Yera no imaginaría
jamás, que usted llegó allí en jeep, por ejemplo, a preguntarles del
teatro.
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Aclaración: Los lugares más elevados del
Escambray como Sitio Yera, Can Can y Sabanita, están sufriendo
actualmente un despoblamiento. Las casas se están quedando deshabitadas
por la fuerte emigración hacia el llano. Para evitarlo, se llevó a cabo
el llamado Plan Turquino como acuerdo del Buró Político del Partido para
mejorar las condiciones de vida en la montaña –teniendo en cuenta que
estos despoblamientos afectan el trabajo cafetalero en la zona. Al
parecer, los pobladores de Sitio Yera no han sido beneficiados con dicho
plan.
Otro dato: Según el último diagnóstico
sobre problemáticas sociales realizado en el lugar, el Consejo Popular
La Herradura, al cual pertenece Sitio Yera, y que posee en general una
extensión territorial de l80 km2 con una población de 3132
habitantes, actualmente presenta una deficiente incorporación de jóvenes
al trabajo y al estudio; bajo peso de los niños al nacer, grandes
cifras de embarazo en la adolescencia y altos índices de tabaquismo y
alcoholismo. No obstante, los pobladores de Sitio Yera parecen estar
excluidos de esto último. Aún esperan con ansias que les llegue la
cerveza.
Y otro dato: quise saber antes de irme, y
como a escondidas me acerqué a uno, uno que tenía un perro sato y medio
aburrido, para ver si por casualidad el teatro, si sabía, si un grupo
así, y me dijo que cree, si mal no recuerda, haber visto una vez por
allá arriba a Colina, Caolina, la de apellido Mestre.
-¿Y el Teatro Escambray?, le pregunté.Y me dijo eso no, de eso no me acuerdo, pero no se olvide de nosotros, lo que más apura, recuerde, es el médico.
Y, creo, confiaron en mí.
tomado de: http://www.oncubamagazine.com
imágenes en el link. http://www.oncubamagazine.com/cronicas/sitio-yera/
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