domingo, 18 de agosto de 2013

Había una vez…

Por Boris L. García Cuartero
…un señor que no sabe el precio de la gasolina en CUC, no obstante, cada mañana calienta el motor de su automóvil y luego cumple el recorrido habitual de los niños a la escuela y la señora al trabajo…A los niños: “no se coman la merienda que les den, para eso llevan la suya en la mochila”…A la esposa: el beso y “chao mi amor, por la tarde te recojo, si estoy reunido, te envío al chofer, ¡no cojas guagua…!”
Desde su oficina refrigerada parece conocer todo lo que ocurre a su derredor. Entre secretarias, jefas de despacho y canchanchanes le mantienen informado de la gestión en su gerencia…y todo marcha viento en popa…para él…el cafecito del jefe, la meriendita del jefe, no se moleste en bajar, le traemos el almuerzo, ¿y si no le gusta? qué le compramos, el chofer lo puede ir a buscar… Nada de llegar a la oficina sin previo aviso, a los teléfonos ni contestar…los trabajadores en sus puestos, que se comuniquen por los mecanismos establecidos…
Para este señor todo es posible. Basta con levantar el teléfono y llamar a amigos, conocidos o comprometidos con algún que otro favor; el presupuesto es cosa de Economía; la atención a los trabajadores del Sindicato; para el resto de las organizaciones queda el trabajo hombre a hombre, para que nadie desvíe su manera de pensar y actuar…nada terrenal le es ajeno, ya conoce lo divino…los paseos, los fines de semana, las reuniones con los amigos…la buena comida y bebida…
Para las vacaciones otra llamada telefónica y asunto resuelto. Nada de sitios comunes, ni donde esta folclórica Isla haga del lugar su máxima expresión…necesita descanso, un sitio donde los niños puedan jugar tranquilos, sin que nadie les moleste, sin que se les acerque –también a él y su esposa- algún que otro conocido, o trabajador, porque ahí mismo les echan a perder esta tregua merecida, después de un año de tanto trabajo y sacrificios… (dígase aburridas reuniones, complacientes despachos, ires y venires al nivel superior, con hospedaje, desayunos, almuerzos, comidas y recreo incluidos)
La mentalidad de este señor es una, ¿quién se la hará cambiar? Su gestión administrativa es eficiente, se cumplen los planes del año, los gastos…bueno, los gastos son necesarios, sino se invierte en representación y se resuelven ciertos asuntillos, no hay puerta a la cual tocar cuando los problemas acechan…todo su contorno es confort, despreocupación, no hay estrés…total, las visitas de control se anuncian y si algo no está bien, pues hay tiempo para enmendar el error…
Quién le dice a este señor que la dirección ahora debe ser colegiada, luego de tantos años de mandar sin miramientos, de ser la cabeza pensante, el control absoluto y si las decisiones no gustan, pues que se busquen otro lugar donde trabajar, que ya bastantes problemas tenemos con rendir cuenta constantemente de nuestra gestión, para que también los subordinados quieran saber qué se hace con los recursos, cómo anda la economía empresarial, porqué ellos no pueden y él si puede…
Que se paren el resto de los carros, pero el suyo no, que bastantes responsabilidades tiene…y con este calor, porqué no construyeron más ventanas en el edificio, sin aire acondicionado aquí no hay quien esté, ahorremos con otras cosas, por ejemplo, desconecten los bebederos y póngalos una hora antes del almuerzo, así el agua estará al menos fresca…
¿A quién le voy a dejar las decisiones importantes? ¿Quién sabe mejor que yo el presupuesto que nos hace falta para comprar todo lo imprescindible, para garantizar el mejor desempeño de mi gente? Yo solo se que lo se todo y lo que no me lo imagino –pareciera decir.
A ese que por todo protesta, miren a ver cómo me lo trasladan de puesto de trabajo, fíjense a la hora que entra y sale, búsquenle cualquier problema y le dicen que su puesto de labor se convierte en otro…¿la comisión de expertos?, qué más da, si al final soy yo quien decide quién se queda y quién se va…los expertos no piensan, aunque sean cinco, yo tengo la última palabra –dice cuando algo o alguien le incomoda.
¿Cambiar de mentalidad, para qué? Para mi todo va bien…¿cambiarme? Si me podrán cambiar, pero de puesto de dirección…a lo mejor tengo menos asignación de gasolina y habrá que hacer algún que otro sacrificio; la oficina la pongo de acuerdo con mis necesidades y comodidades y que la gente se acostumbre a que soy yo el que mando, el que decide…y al no que lo cuadre…(se repite la misma fórmula, como para no cambiar, porque no puede cambiar, porque no quiere cambiar, porque no le conviene cambiar…)
…este señor el día del discurso o no estaba en casa o veía la serie de turno en el DVD y el pantalla plana de grandes dimensiones, luego no leyó el periódico, tampoco escuchó la radio y los comentarios de sus cercanos son para adularle…nada, que vive en otra dimensión, en esa en la que es muy difícil cambiar de mentalidad…

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