Escrito por Nayvis Flores Santana
El mar siempre parece dibujar esta ciudad; la bahía, sus especies y olores retratan una urbe afrancesada que creció además como sitio industrial.
Cual paradoja se mezclan naturaleza y tecnología. La gente respira con orgullo la cienfuegueridad, mientras se esconden detrás de monumentos patrimoniales las grietas de un ecosistema que, como en el mundo entero, sufre por la mano del hombre.
Aquí, no padecemos por fuertes inundaciones, tampoco tenemos grandes olas de frío o calor; pero el entorno también delata negligencias; tras enormes producciones, los residuos quebraron aguas, transparencias y hasta aromas.
Bajo nuestra bahía perduran las señales de la contaminación; como testigo del error, metales hundidos recuerdan que es mejor precaver ante todo lo que hoy continúa lamentándose.
Así; la entrada de la hermosa ciudad también anuncia a los visitantes una atmósfera empañada por la fetidez; imposible no percibir ese olor, recuerdo de la glucosa de tantos años.
Siempre despuntan manos sanadoras, investigadores ingeniosos que devuelven la sal a sus aguas o la vida al mar. Pero las olas también revelan rastros de manos imprudentes, responsables del desperdicio diario.
Seamos parte de aquellos que reconstruyen, levantan o limpian. No oscurezcamos el retrato de nuestra ciudad, de un ambiente que desde su mar esconde leyendas y dibuja nuevas historias.
tomado de Radio Ciudad del Mar
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