por Darilys Reyes
Cienfuegos no perdió por culpa del arbitraje, aun cuando este dejó el peor de los sabores en la semifinal frente a la novena de Villa Clara. Los Elefantes cayeron porque falló su carta de triunfo de la temporada regular, el bateo y más el oportuno, y sin esas libras el paso del paquidermo no pudo ser el mismo.
Respondió el pitcheo, como siempre, muy a pesar de la lluvia y las suspensiones de partidos que obligaron a la dirección de casa a recurrir a sus cinco abridores, en lugar de los tres anunciados, e incluso subir al box en tres ocasiones al diestro Noelvis Entenza para defender a la manada. El relevo también estuvo a la altura pues, amén del batazo de Ariel Borrero en el choque final o los sustos de la etapa previa, tanto Leorisbel Sánchez como Duniel Ibarra respondieron a la medida de un play off en cada una de sus apariciones. Pero nadie gana un juego evitando carreras: lo dice la experiencia y lo corrobora la práctica.
Los primeros hombres de la alineación no llegaron a las bases: primer problema. Solo el tan cuestionado Alexei García dio disertaciones de cómo exprimir a un pitcher (Freddy Asiel Álvarez incluido) y conseguir a toda costa el boleto a la inicial. El muchacho de Aguada de Pasajeros olvidó los abucheos de las gradas de aquellos terribles días cuando le tocó cubrir el hueco dejado por Yasiel Puig en el jardín derecho y ganó, con creces, la titularidad esta vez.
La tanda fuerte sí le conectó a la bola (Molinet y William Luis a ratos, José Dariel y Pável en mayor medida) y entonces mutó el problema: ¿quién los trae?, interrogante de turno; la tanda baja, segundo problema. Y tuvieron momentos de gloria, vale destacar: constante y acertado Darián González en el cajón de bateo, eficaz Lednier Ricardo en su momento, Yoan Manuel Moncada sin presiones de play off y un Erisbel Arruebarruena de promedio mientras no estuvo castigado. Mas, la mecánica de los Elefantes siempre produjo de forma diferente y esta irregularidad trajo fatales consecuencias.
Y se apostó al riesgo en las almohadillas, incluso al suicidio en varias oportunidades. Sin embargo, la lista de opciones no dejaba a Iday Abreu mucho margen para escoger pues las garantías del empuje no daban porcientos elevados. Los números lo reflejan mejor: Freddy Asiel, solo, le colgó 25 ceros a la ofensiva más poderosa del país; sencillamente increíble.
La defensa de lujo, sin otras señas, con un crecido Pável Quesada en la antesala y un campo corto que no sufrió la ausencia del torpedero regular (como no fuera por cuestiones de espectáculo o polémica). Lo de Moncada y su estirpe de pelotero sin importar estadios o circunstancias es pura ley de gravedad: esa manzana demostró su madurez a temprana edad. También los jardineros tuvieron su aporte, con la seguridad siempre esperada de Yoelvis Leyva y William Luis a tiempo completo y un Lázaro Rodríguez más ausente, suplido por Alexei o Soriano según estimaran.
No fue este el año de los Elefantes, aunque lo parecía: la Serie Nacional y los play off siguen siendo dos momentos diferenciados, con sus pendientes puntales. Ahora, superada la derrota frente a los villaclareños no existen dudas de que, después de aquel glorioso período frente al Habana de Esteban Lombillo, esta ha sido la mejor postemporada de los verdinegros, muy superiores a las presentaciones frente a Pinar del Río e Industriales, sin lugar a dudas.
Muy loca está la pelota cubana, más repite axiomas infalibles en cada versión: la corona siempre luce más ajustada en la cabeza de quienes clasifican últimos, y si es agónicamente, mejor. No estaba a nuestro alcance ahora; pero nadie dice que no se le pueda llegar después.
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