por Roberto A. Lamelo Piñón
Más de 15 años llevan los villaclareños aspirando por un título nacional en la pelota cubana. Han sido años de esfuerzo, muchos, en los cuales contaron con excelente estrategas como Victor Mesa o con otros más metódicos y científicos como Eduardo Martín, y en cuyas filas jugaron peloteros que hoy son extraclase a nivel mundial como Riquimbili Betancourt, Dayan Viciedo, Leonys Martín y Ariel Pestano, éste último aún ahí, a pie de cañón, pero jamás, en este período de tiempo lograron obtener la ansiada Copa.
Nunca, creo, fue culpa de los cienfuegueros.
Más bien fue culpa de ellos mismos, que no supieron ganar "el bueno", que no pudieron ni con Norge Luis, ni con Ormary Romero, ni con Kindelán, ni con Reutilio, ni con Pacheco cuando jugaba 2da y tampoco cuando fue Director.
No fue culpa de los cienfuegueros si ellos no supieron vencer a los Tigres. No fue culpa nuestra si su naranja se hizo jugo en las temibles fauces del felino avileño. No era cienfueguero el pitcher juvenil industrialista, con aspecto de vara de tumbar gatos y espejuelitos de palo, que a base de rectas y una curvita de medio peso, los sentenció una vez más a pesar de aquel jonronazo de Yandi Canto en el 8vo inning que me hizo gritar como loco - y medio borracho - RUGE LEONAAAAAAAAAAAA durante media hora por todo el barrrio.
Nací en Villa Clara, y cuando niño pinté en mi camiseta de jugar al beisbol las letras JOVAencima de un número 4 y me gustaba jugar el campocorto. Alguien un día me dijo, <tu eres blanco, no eres negro>y entonces fue que descubrí a Victor, que me pareció fenomenal e incluso, blanco de piel. Me compré otra camiseta y le puse detrás MESA y debajo un número: 32. Mi madre me compró un guante Batos en $25.00 y me pasé para los jardines. Como siempre tuve las manos largas y sin guante hacía buenas atrapadas Nivaldo, me pusoManotas - como el pulpo de los dibujos animados - y yo orgulloso de mi Villa Clara, de Leonel García, Aniceto Montes de Oca, José R. Riscart y de otro zurdo, creo que de apellido Rivera, un día, a tanta insistencia de mi padrastro, los cambié a todos por Antonio Muñoz y me pasé para Cienfuegos. Tenía al Guajiro, tenía a Olivera y tenía a Cheito. Y a Sixto Hernández. Creía que ahora con el Gigante del Escambray y el Cheo no podría perder, pero no me di cuenta que sólo tenía un pitcher: Almarales y este, ni siquiera era del Cuba.
Cuando escacharon a Cheíto por unos 80 dólares de mierda, todo mi sueño se vino abajo y mi equipo, Cienfuegos, cayó en un letargo inmenso del cual sólo despertó cuando pudimos juntar en el montículo a Palma, a Norberto y a Ihosvany Pérez. Clasificamos a los play off por primera vez en muchísimos años pero ahora paradójicamente no teníamos bateo, y sucumbimos frente a un Pinar del Rio repleto de grandes figuras, entre ellos, los dos mejores pitchers que tenía Cuba en esos años: Lazo y Contreras.
Ya el país estaba dividido hacía rato y nosotros, repito, jamás tuvimos que ver con la eliminación de Villa Clara.
Unos años antes, nos uníamos en Selectiva - recuerdo muy bien cuando ganamos la del 89 con Abelardo Triana de manager - y éramos un trabuco inmenso. Por unos meses aquellas rencillas regionales por la presa Hanabanilla, aquel <tú no tienes malecón y yo sí>, aquel < Uds nos robaron a Muñoz> dejaban de existir. La división político administrativa llegó en el 76, pero antes de eso, todos éramos Las Villas, la trituradora, aún cuando los de la más central siempre nos envidiaron la belleza de nuestra ciudad, la playa de Rancho Luna y ese Malecón para que los enamorados se jurasen amor eterno. Nosotros le envidiábamos su Coppelia.
Está claro qué, nosotros, jamás tuvimos que ver con los problemas de Villa Clara en el Beisbol.
Ellos eran - son - tan buenos, que se daban el lujo de desechar peloteros y nosotros a rastras y necesitados de talentos adoptamos a Adir y a Adrián, y creo que algún que otro pelotero más. El Yuri, en las gradas de primera nos lo decía con fuerza, autoridad y confianza. Nosotros, rivales, le ripostábamos con una sonrisa. No con ofensas. Ni con empujones. Mucho menos con golpes.
Pero Cienfuegos aún no era Cienfuegos. Eso vino después, un poquitico más adelante, con Pito a la cabeza y cuando empezamos a ganar, cuando Leyva optó por no dejar caer más la pelota para que se consumara el nocao en el 7mo inning y poderse marchar él y los otros temprano a la casa, cuando se empezó a correr de home a primera así el batazo fuera un rolling al pitcher, cuando Iday puso la disciplina por delante de los nombres en el equipo, fue que se empezó a hablar nuevamente de Los Elefantes.
Palma se retiró y Norberto se creció como nunca cuando descubrió que ya no tenía que echarse completamente al hombro el peso del equipo en su brazo zurdo y postergó, al igual que Ibarra su anunciado retiro.
Luego llegó Puig con su explosividad y su brazo; El Grillo con sus atrapadas a lo Germán - oa lo Ordoñez - y la gente sintió la chispa, más bien la barritada, pero aún así, nosotros, noeliminamos a Villa Clara, ni le quitamos la corona en el último juego. Muy por el contrario, en silencio, bajo fuertes influencias regionalistas, los apoyábamos en su lucha play offcontra todos esos rivales que mencioné en los primero párrafos.
Puede que tanta impotencia acumulada, tantas rencillas personales en el pasado, nos estén pasando la cuenta. Pero nosotros, nacidos bajo otro "signo" no tenemos la culpa de vuestra debacle año tras año. Nosotros ni siquiera sabíamos en el 2008 que cosa era salir a recibir a un equipo a la calle a no ser que fuera el de fútbol. Esa pasión, ese ardor por una novena es casi que nueva en nosotros.
Dios nos ampare, cienfuegueros, si nosotros, hijos ilustres de Fernandina o de Caonao, respaldados en una pasión deportiva que le corre por las venas a cada cubano, caemos en la bajeza de ofender, golpear con palos y tirar piedras a la fanaticada villaclareña. Dios nos cuide, a nosotros, cienfuegueros, que cualquier provincia que visitamos - yo recorrí toda Cuba y puedo dar fe de ello - cuando decimos de donde somos, a los foráneos se les dibuja una sonrisa en el rostro y nos abren -casi siempre - todas las puertas. Dios nos proteja de llenar condones con orine o con heces fecales y arrojarlos al transporte que traslade de ida o de regreso a los seguidores de la tropa naranja. Dios nos coja confesados si por casualidad a partir de ahora asumimos como nuestras la rabia y la orfandad de sentimientos y nos la desquitamos con cualquier infeliz, viejo, joven o niño fanático de una novena contraria, que vaya a nuestro Cinco de Septiembre a disfrutar del beisbol.
Dios nos salve, Ave María, de caer en esa fobia y odio por un vecino. De asumir tanta barbarie por un simple juego. No puedo creer que a mi tierra llegue la conducta inhumana y mediocre de los hooligans ingleses.
Las imágenes de los heridos y los muertos, en los enfrentamientos entre partidarios de equipos deportivos en este mundo "civilizado" no la podré concebir jamás entre los míos.
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