Por: El Cojito Bibijagua.
A finales del Siglo
XIX con la unificación de los territorios de Italia y Alemania se aceleró un
proceso económico y social y que hoy conocemos como La Sociedad de Consumo. Este
proceso conocido como Segunda Revolución Industrial o Gran Capitalismo, llegó a
fundamentarse con la vinculación creada de las unificaciones nacionales
europeas, el surgimiento de nuevas legislaciones laborales, la aparición de la
Cadena de Montaje, los aportes de Henry Ford en la cadena productiva y su teoría
de explotación del obrero restringiéndole su movilidad laboral, la carrera
armamentista iniciada a principios del Siglo XX. La formación de una Sociedad
Capitalista y Consumista, que alcanza cada rincón del planeta con tentáculos oscuros
apropiándose de Culturas Regionales y adaptando a su parecer mercantilista una sociedad que sustenta un sistema que no es compatible con el mundo tal y
como lo conocemos, siendo este finito, donde es explotado por un Sistema Lineal
de Producción y Servicios.
El contexto tal y como se estudia puede parecer algo aburrido, si en términos de
conceptos tratamos de abordarlo. Se hace
más necesario para la formulación de algunas preguntas, en ocasiones construir
primero las respuestas.
¿Por qué consumimos?
¿Son realmente necesarios los bienes y servicios que nos
ofertan?
¿Está acaso el sistema imponiéndonos que consumamos?
Estas preguntas sin lugar a dudas han sido elaboradas por
muchos de los que formamos parte de este engranaje, y las respuestas están en
la necesidad de ignorar lo que la Sociedad de Consumo nos está espetando en la
cara. Para tener una aceptación social, debes consumir, debes pagar, debes
gastar. No es posible que encuentres un lugar en la “pluralidad” donde vivimos,
que como espejismo social los medios de comunicación ayudan a
construirnos. El Sistema está vendiéndonos constantemente y en esa línea
se sustenta su razón de ser: Vender y vender más.
Los bienes más preciados son en el mayor de los casos, los
menos considerados para obtener. El sacrificio personal del trabajo, se centra
en la obtención de aquellos productos y servicios que menos se necesitan. Una
casa, digno hogar familiar o individuar se encuentran en estos momentos en los
bienes más inalcanzables en la historia de esta sociedad derrochadora e
insostenible. El Mercado, que ha sido diseñado por hombres de negocios y
bandidos financieros, descubrió que como Bien Preciado, un ser humano puede
trabajar toda su vida para adquirir un inmueble que siempre estará pagando con
elevados intereses a una entidad financiera. Negocio redondo, mientras los
medios audiovisuales se encargan de dictar tendencias sociales que son
fabricadas con esmero y maldad medular. Los
constantes cambios en la moda, la pseudomúsica, la creación de personalidades mediáticas,
el sobrevalor a lo material, el poco intercambio cultural, la globalización de
antivalores, son algunos de los factores que nos convierten en personas
consumistas y esclavas de un sistema que no pretende más que apropiarse del
trabajo individual y colectivo de una sociedad en decadencia.
Una de la respuesta más buscada y formulada tiene
correspondencia con el factor que está
propiciando que el sistema se apodere aun más de los recursos naturales
del planeta que son sobreexplotados a un ritmo abrumador donde se necesitaría al
menos cinco planetas como el nuestro para sostener el ritmo de mercantilización
del Sistema Capitalista actual. El ser humano en sus contradicciones es sin
lugar a dudas el factor principal, donde es creador y base sustentable de la hegemonía
de mercado.
¿Transformando y educando a la sociedad, alcanzaremos un equilibrio
funcional en las relaciones comerciales, económicas y de consumo?
Muchos de los participantes en este modelo, actúan analíticamente
interactuando con sus semejantes en la necesidad de dar a conocer que más allá de
ideología alguna, el Régimen Global actual, navega sobre principios estrictamente
comerciales, en los cuales los beneficios generados vinculados a una inflación
en constante aumento, acondicionan a la Sociedad Mundial y en ella a cada uno de los
individuos por separado a un estado de bienestar que es ilusorio e inalcanzable.
La invitación queda abierta a formularnos un análisis constructivo
de lo que es posible lograr con un cambio de modelo, en el que el Consumismo
deje de ser una cultura dictada por un aparato mediático.
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